lunes, 26 de enero de 2009

"No fui instrumento ni víctima de la DINA"


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26 de enero de 2009

"No fui instrumento ni víctima de la DINA"

Terra Chile

 

"Una de las pocas cosas que nunca me esperé en la vida es que hubiera un falso detenido desaparecido", dice Rubilar. En la foto, la diputada es encarada por familiares de personas desaparecidas.

 

Alejandra Matus

Santiago, Chile

 

Karla Rubilar, electa parlamentaria en 2006, fue la primera política opositora en asumir la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara, a comienzos de 2008. Durante su gestión sorprendió al mundo político por sus votos favorables a la causa de los derechos humanos, incluyendo el apoyo a un proyecto que intentaba impedir la aplicación de la prescripción y la amnistía a las violaciones cometidas durante la dictadura de Pinochet.

Sus inusuales votos le granjearon un prestigio que acaba de perder en pocos días, tras denunciar casos de falsos detenidos desaparecidos, que fueron desacreditados por el gobierno, jueces y familiares de las víctimas. Rubilar fue despojada de su cargo como presidenta de la comisión de derechos humanos tras conocerse que una de sus fuentes era abogado de Manuel Contreras, ex jefe de la temida policía secreta DINA. Fue acusada de haber sido parte de una operación de inteligencia que intentaba desacreditar la existencia de las violaciones a los derechos humanos. Incluso uno de los hombres que más admira, Sebastián Piñera, el líder de las encuestas electorales hacia la presidencia, le dio la espalda.

El jueves pasado, además, enfrentó un cuestionamiento ante la comisión de ética de la cámara, que será resuelto en marzo.

Rubilar, de 31 años, es hija de la alcaldesa Vicky Barahona, militante de la UDI, el partido político formado al alero del dictador Augusto Pinochet. En 1985, Karla tenía 7 años cuando tres profesionales fueron secuestrados y degollados por agentes policiales, y la tragedia, dice, marcó su vida y sus opciones políticas.

Cuando tuvo edad suficiente para decidir su propio destino, optó por las filas de Renovación Nacional, partido político también de derecha, pero algo más liberal que la UDI y liderado por Sebastián Piñera, el empresario que desafió al régimen militar al votar NO en el Plebiscito de 1988 y que hoy es el candidato presidencial con opciones de llevar a la oposición por primera vez al gobierno, tras 18 años de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia.

En esta entrevista con Terra Magazine, la parlamentaria enfrenta el juicio público:

Terra Magazine: Usted asumió en marzo de 2006. ¿Cómo entró el tema de los derechos humanos a su gestión?

Karla Rubilar: La Comisión de Derechos Humanos no era algo que se peleara nadie en la Alianza (coalición que aglutina a la UDI y RN en la oposición). Yo acepté ingresar y desde las primeras votaciones cambié la línea que mantenía mi sector frente al tema.

¿Cómo lo tomó su partido? Imagino que no la nombró con ese fin.

Al principio se incomodaron. Al final, se dieron cuenta de que mis votaciones respondían a convencimientos profundos y creo que se resignaron.

¿Nunca se plantearon la conveniencia que tenía para ellos su conducta, que los acercaba a un tema del que estuvieron históricamente alejados?

No. Nunca nadie dijo: 'Qué bueno, porque así nos acercamos más a la centroizquierda'. Yo fui al memorial de los degollados, al aniversario de la muerte de Tucapel Jiménez (un sindicalista asesinado en dictadura), actividades a las que nunca nadie de mi sector había asistido.

¿Y cómo llegó a este tema de los falsos detenidos desaparecidos?

Cuando asumí la presidencia de la Comisión, se acercaron algunas agrupaciones diciéndome que llevan años denunciando la entrega de beneficios fiscales a personas que no los merecían, en particular en el caso de los exonerados políticos (personas despedidas de su trabajo por oponerse a la dictadura de Pinochet). Según estas denuncias, había parlamentarios de la Concertación involucrados, pues habrían extendido certificados para respaldar solicitudes irregulares. La contraloría inició una investigación y en eso estábamos, cuando apareció el señor Germán Cofré. (Un hombre que se presentó a fines de 2008 ante las autoridades chilenas diciendo que el Estado lo había declarado falsamente como detenido desaparecido, pues todo este tiempo estuvo viviendo en Mendoza).

¿No tenía ningún antecedente previo sobre su existencia?

Ninguno. Para mí fue una sorpresa enorme. Una de las pocas cosas que nunca me esperé en la vida es que hubiera un falso detenido desaparecido. Yo declaré públicamente que este caso aislado no podía poner en tela de juicio a las verdaderas víctimas. Pedí que vinieran a la comisión el ministro del interior, Edmundo Pérez Yoma, el subsecretario, Patricio Rosende, y las agrupaciones de familiares. En esa sesión, el ministro dijo que no había más casos. Entonces yo recibí denuncias sobre otros 7 falsos detenidos desaparecidos, aparte de Cofré. Respecto de 3 de ellos, mis fuentes me dijeron que se trataba de casos absolutamente confirmados, que La Moneda los conocía, y que iba a tener que reconocerlos.

¿Qué fuentes eran esas?

Eran dirigentes de agrupaciones de derechos humanos ¿no desaparecidos- que tenían contactos con fuentes elevadas de Gobierno.

Entonces sólo le soplaron lo que estaba ocurriendo en el gobierno.

Así es. Paralelamente y forma separada, me llegaron otros 4 casos, de diferentes fuentes. El primero era el caso de Juan Manuel Bertollo, respecto de quien su hija Solange me dijo que su papá no había muerto por violencia política, sino que de un infarto. La Comisión Rettig (el organismo del Estado que estableció la verdad histórica sobre las violaciones a los derechos humanos) no se hizo convicción sobre este caso, pero lo mencionó en su informe.

¿Este caso generó beneficios económicos para alguien?

No. Y por eso dejé hasta ahí la denuncia. No merecía más que el reproche moral, porque estuvo en el Memorial de los Detenidos Desaparecidos hasta el 2007.

Pero entonces fue corregido antes de que usted conociera la denuncia.

Su hija me contó que había intentado aclarar el caso desde 1994, pero que sólo hasta 2007 fue escuchada. Además, recibí otras tres denuncias que había que comprobar y cuyos nombres no quise hacer públicos, porque no tenía ningún tipo de certeza y porque los denunciantes no querían que sus identidades se conocieran.

Esos son los tres casos más complejos de su denuncia, porque corresponden a víctimas emblemáticas de las violaciones a los derechos humanos ¿Quién le dio esos datos?

En el caso de Guillermina Guzmán, un familiar directo. En el de Erick Patricio Juica, la hermana de una persona con la que él se tomó el terreno (donde, según el informe Rettig, fue asesinado por agentes del Estado). Y en el caso de Luis Emilio Recabarren, se trata de dos vecinos.

Esos testigos, ¿vinieron a usted por voluntad propia o alguien los contactó?

Me contactaron por email y luego me reuní personalmente con ellos. Yo no los busqué.

¿Qué le dijeron?

Tengo un compromiso de no revelar lo que me dijeron.

¿Pero, en términos generales, qué afirman? ¿Que las víctimas están vivas?

En el caso de Guillermina y de Erick que habían muerto, pero en circunstancias no políticas. Y en el caso de Recabarren, que estaba vivo.

¿Eran testigos de haberlo visto vivo?

Sí. Y todos me dijeron, por separado, que estaban dispuestos a ratificar sus denuncias judicialmente.

El 27 de diciembre del año pasado, Karla Rubilar dio una conferencia de prensa y agravó la conmoción que había generado la aparición de Germán Cofré, denunciando públicamente que eran ocho los casos de falsos detenidos desaparecidos, aunque sólo reveló las identidades de tres casos que el gobierno terminó reconociendo como erróneos.

¿Dio esa conferencia de prensa un sábado y después llamó al Gobierno?

Llamé al subsecretario del interior, Patricio Rosende, quien también me había tratado de contactar. El admitió que había tres nuevos casos que La Moneda iba a reconocer públicamente. Yo conté que tenía cuatro denuncias más y me dijo: 'Nosotros hemos hecho una revisión de la situación y tenemos un convencimiento de que sólo son estos'. 'Entonces, ¿yo puedo descartar estos cuatro que tengo? ¿Tú me das fe de que no hay ninguno más?' Y Rosende me respondió: 'No, yo no le puedo descartar que haya más'. Ese mismo lunes pedí una audiencia para entregarle la información y me dieron una cita para una semana más tarde, justo después del Año Nuevo.

¿Qué papel juega Javier Gómez, uno de los abogados de Manuel Contreras, en sus denuncias?

Después de la conferencia de prensa, estimo que el 30 de diciembre, tomó contacto conmigo Javier Gómez. Me dijo que tenía una declaración jurada que daría cuenta de que una persona desaparecida no sería tal. Le dije que no sólo tenía que ser capaz de demostrar que la declaración era verdadera, porque el papel aguanta mucho, sino que de llevar a la persona que la hizo ante la justicia. Le dije: 'Tú preocúpate de eso y cuando lo tengas, me llamai'. Me llamó el lunes 5, cuando yo había salido de la reunión en La Moneda, y me dijo que la declaración en realidad era falsa, porque había llamado a la señora que supuestamente la hizo (Bárbara Cepeda) y ella le dijo que nunca había hecho tal declaración. 'Es más', me dijo, 'ella es la hija de un detenido desaparecido'. Yo quedé estupefacta, porque siempre pensé que la declaración era de un testigo ajeno a la familia. Yo la llamé luego y le pedí mil disculpas. 'Nunca pensé que fueras la hija de un detenido desaparecido', le dije y le ofrecí enviarle la declaración, por si tenía ganas de iniciar alguna acción legal contra quien hubiera usado su nombre. Quedamos súper bien, de Karlita me trataba. Esta denuncia yo la deseché por falsa y nunca formó parte de los casos que denuncié.

Ese miércoles 7, en la sesión de la Comisión de Derechos Humanos, el diputado Sergio Aguiló dijo que andábamos llamando a familiares de detenidos desaparecidos, que la declaración de Bárbara Cepeda fue tomada del libro de Manuel Contreras y que Javier Gómez era abogado de Contreras y asesor mío. (El diputado Aguiló, militante socialista, fue víctima de torturas durante la dictadura y es un reconocido defensor de la causa de los derechos humanos)

Entonces llamé a Gómez y me contó que es un egresado de derecho y que había sido procurador de Manuel Contreras. '¿Pero por qué no me lo dijiste?', le pregunté. Me respondió: 'Porque no es pecado ser abogado de Manuel Contreras, y porque yo quería que usted investigara con imparcialidad'.

Yo conté estas cosas en una entrevista radial y salió por todos lados que mi informante era la DINA. El diputado Aguiló dijo que yo había sido parte consciente y concertada de una maniobra de la DINA para desacreditar las violaciones a los derechos humanos. Yo no lo podía creer. Fue muy brutal todo. Hoy pienso que es hasta descabellado. Me convirtieron en un monstruo, que había actuado con maldad y crueldad. Yo era inhumana, un instrumento de la DINA. Infame es lo menos que me dijeron. Nadie reconocía todo lo que yo hice a favor de los derechos humanos. Y los tres casos que La Moneda tuvo que reconocer pasaron a mejor vida.

¿Usted sabía que Javier Gómez llamó a Bárbara Cepeda como asesor jurídico tuyo?

No lo sé. No estuve a su lado cuando hizo la llamada.

¿Cuando habló con él, le reprochó que le ocultara su vínculo con Contreras?

¡Por supuesto! Me descompensé. Fue súper impactante, porque la verdad es que, en general, todas las denuncias que yo hice no tenían nada que ver con algo ni cercano al ambiente militar. Obviamente que me indigné, porque el antecedente era relevante.

¿Y le pareció razonable su explicación?

De lo único que me preocupé en ese momento fue de decirle que reconociera que nunca me había advertido su vínculo con Contreras. Pero yo creo que si hubieran querido hacerme pisar el palito, Gómez hubiera usado otro nombre.

No si lo que querían era precisamente ligarla a Contreras y a la DINA y dañar así su accionar en materia de Derechos Humanos.

Eso sería pensar que soy muy importante.

¿No considera importante que hubiera una persona en la derecha que respaldara la causa de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos?

Me cuesta pensar que esto haya sido urdido para dañarme. Me parece rebuscado. Sería soberbio pensarlo y también pienso que sería desligar responsabilidades en los demás. Uno tiene que asumir las decisiones que tomó.

¿No reconoce haber cometido un error al informar sobre casos que no se habían verificado aún?

Reconozco que no fui lo suficientemente clara para decir que yo tenía seguros tres casos y separarlos de los otros cuatro que era necesario investigar. Puedo hacer un mea culpa mayor y decir que tal vez no debí haber dicho nada sobre el resto de los casos. Es un análisis que hago ahora, mirando para atrás. Pero también siento que las cuatro denuncias tenía que informarlas si había gente dispuesta a declarar, por mucho que estuviera el señor Recabarren entre ellas.

¿Y esa gente sigue dispuesta a declarar?

Sigue dispuesta. El juez tiene todos los antecedentes y supongo que él los citará cuando lo estime conveniente.

¿Después de esta batahola, les preguntó si mantienen sus dichos?

Sí. Yo sé que es impresionante y políticamente incorrecto, pero me dicen que sí.

El diputado Aguiló afirma que después de que usted dio la conferencia de prensa, la llamó para hacerle ver el daño que estaba haciendo a la causa de los derechos humanos y que usted le respondió: 'Sergio, así es la política'.

Yo desmiento categóricamente esa afirmación. Es una muy mala utilización de nuestra conversación. El se ha caracterizado este último tiempo por faltar a la verdad. Me llamó, es cierto, pero para anunciarme que pretendía censurarme como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos. Yo le dije que entendía que la censura era un tema político, no me refería a las denuncias. El después inventó su propia historia, porque ya tenía la decisión de enjuiciarme. Hasta entonces yo tenía una amistad y sentía cariño por él. En la presidencia de la Comisión, le recibí dos veces al embajador cubano. Le saqué dos resoluciones, firmadas por mí, para que se instara al gobierno estadounidense a analizar la situación de cinco balseros cubanos presos allá. Hice todas las gestiones porque él quería. A mí no me podía acusar de parcialidad. Lo menos que yo esperaba es que me llamara para preguntarme qué había pasado y no para amenazarme.

Viendo todo lo que ha pasado, ¿no piensa que hubiera sido mejor cotejar las denuncias con las propias agrupaciones de familiares o con personas como Aguiló, antes de dar una conferencia de prensa?

Con las agrupaciones no podía, porque los denunciantes me pidieron que no lo hiciera. Pero sí, si uno mira para atrás, después de la guerra somos todos generales. Yo debí hacer más énfasis en que se trataba de denuncias que había que comprobar. O, como dije, ni siquiera debí haber mencionado esos casos inciertos. También debí haber llamado a Aguiló altiro. Hoy día puedo decir mil cosas, pero nadie a mí me puede decir que este es el plan concertado de la diputada para destrozar la verdad sobre los detenidos desaparecidos.

¿Rechaza la tesis de que usted fue un instrumento de su partido o de la DINA?

Absolutamente. Es vergonzoso que lo piense gente que me conoce. La política puede ser sucia, pero el nivel al que llegó, es demasiado.

¿Y cómo se siente respecto de que el hombre que admiró desde la juventud, Sebastián Piñera, la deslegitime diciendo que usted cometió un error y que debiera pedir perdón?

Yo he aprendido a ser agradecida. El ha mantenido que yo actué de buena fe, a pesar de la inmensa presión política que sufrió. Era una situación muy difícil para él, porque es el candidato presidencial que lidera las encuestas y, por otro lado, La Moneda me había transformado en un monstruo.

¿No está de acuerdo con él en que se equivocó y en que debiera pedir perdón?

Yo no soy soberbia ni orgullosa, pero siento que hice lo que tenía que hacer. Nunca quise dañar a nadie. No me motivó la destrucción de los detenidos desaparecidos, ni de la verdad histórica, ni de la memoria. Lamento el sufrimiento de los familiares y pienso que es terrible. Pero ahora no puedo decir que lo hice sin querer queriendo. Lo hice porque estaba convencida de que era lo correcto.

No se le escapará el hecho que durante toda la dictadura hubo muchos intentos por desacreditar la existencia de los detenidos desaparecidos, incluyendo la famosa Operación Colombo. Usted dijo: 'Hay ocho casos de falsos detenidos desaparecidos'. Es un número alto.

Por eso asumo que me pude haber equivocado en dar el número. Pero jamás fue parte de una acción concertada. Mis condenas a las violaciones a los derechos humanos han sido permanentes.

¿Qué esperaba que hiciera el gobierno con su denuncia?

Que tuviera intención de investigar, que se la entregara a la justicia y que viéramos la veracidad de las denuncias. Si eran falsas, yo sería la primera en salir a asumirlo pública y personalmente. Pero no pensé que se iba a instrumentalizar políticamente. Aquí se trató de construir una imagen mía medio demoníaca, que no es realidad.

¿Por qué? ¿Con qué objetivo?

Tapar el hecho de que efectivamente había casos falsos y que el gobierno lo sabía desde el 2005 y no había hecho nada. Eso es algo que hay que investigar, porque si hay un funcionario público que sabe de una persona que recibe beneficios fiscales sin merecerlo, comete un delito, no un error.

El Gobierno dice que hizo las averiguaciones después de que apareció Cofré.

Yo tengo antecedentes de que sabía de antes. En segundo lugar, creo que me mandaron un mensaje: 'Cuidado con fiscalizar derechos humanos'.

¿Se siente inhibida de seguir fiscalizando irregularidades en este ámbito?

No. Yo estoy muy tranquila y tengo cartas de gente ligada al mundo de los derechos humanos que me insta a seguir haciéndolo.

Justo o no, por razones verdaderas o equivocadas, el capital político que construyó se ha desvanecido. ¿Cómo se siente con todo lo que pasó?

Es doloroso. Cuando se inició el año parlamentario y había que elegir presidencia de comisiones, yo tenía la posibilidad de tener la presidencia de la Comisión de Salud. Ese cargo es mucho más mediático, los temas de salud son mucho más contingentes. En cambio, el tema de los derechos humanos, actualmente no está en primera línea y le importa al 2 por ciento de la población, según las encuestas. Pero yo opté por derechos humanos porque tengo el firme propósito de llevar a mi sector a comprometerse con la defensa de los derechos humanos, del pasado, presente y futuro. Así que es doloroso que te cuestionen, pero sobre todo porque se hizo en mala lid. A amigos míos, a gente que le tenía mucho cariño, les dio lo mismo dispararme con ventilador. No me importa haber perdido la presidencia y que todo el aparataje comunicacional del gobierno me haya hecho perder credibilidad, porque creo que el tiempo va a permitir que se den cuenta de la verdad.

¿Se rompió la amistad con Aguiló?

Para mí si. Yo sé que esta cámara es un circo y que cuando se prenden las luces se pelea uno con el otro, porque ese es el show que hay que mostrar. Para mí no. Yo voté con los parlamentarios de la Concertación y me enfrenté a mi sector en muchos temas, por convicción. Lamentablemente, no puedo hacer como que no pasó nada y aceptar que estos son gajes del oficio. No puedo, porque los ataques que recibí fueron arteros.

 

Las opiniones expresadas aquí son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente están de acuerdo con los criterios editoriales de Terra Magazine.

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